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miércoles, 7 de marzo de 2012

Inseguridad de todos, responsabilidad compartida


Todos somos igual. Expresamos sin importar a qué cargo aspiramos: la inseguridad es un asunto multifactorial que no sólo atañe a la policía sino a las familias. Entonces cada quien según su ángulo habla de que falta educación, valores y respeto a la ley, hay quién habla de impunidad, de armamento, de mejores cárceles y sistema judicial, y está el combate a la pobreza e incluso atacar las bandas de microtráfico de drogas. Pero nadie asume su cuota de responsabilidad.

Venezuela es el país en el que cada ciudadano respetable debe hacer dicho alguna vez en su vida: "eso es falta de cultura". Y sin importar si ha recorrido el mundo o ni siquiera conoce Maiquetía debe decir que "en otros países esto no es así, allí si son fuertes en eso". Tampoco importa el tema, puede ser transporte público, reciclaje, economía, criminalidad e incluso música alta. Pero siempre es culpa del otro.

Es de aquel que no estudió, que no lee, que no tiene ganas de surgir, que la pasó mal, que tiene rabia o resentimiento, que nació en un lugar feo, que le dio la gana, que es un sinvergüenza, que lo criaron mal. Pero jamás uno tiene nada que ver con eso.

Venezuela es el país donde todos se comportan como terroristas saharianos pero quieren vivir como en Suiza. Nos comemos la luz, tiramos papeles al suelo, escupimos, gritamos piropos ginecológicos, metemos palanca, faltamos al trabajo, estamos orgullosos de beber los lunes, sobornamos y queremos que todo marche muy bien. Y conjugo en plurar e incluyéndome porque el problema no es del otro, sino de ser parte del problema y jamás de la solución.

El venezolano, que siempre asume que es el que se levanta más temprano, trabaja más y le va peor que a sus amigos, vagos que viven mantenidos, con trabajos facilitos y aventajados, cree que con trabajar y estudiar egoístamente está forjando patria. Está orgulloso de no saber de historia, ni de política ni de economía, ni de nada que tenga que ver con Venezuela, o está orgulloso de estar partidizado y ver la vida como los políticos le han dicho que es. No le interesa y vive defendiendo lo suyo, como si estuviésemos en un país bombardeado y sin agua.

Es que ninguno   se ha echado al hombro una campaña por el  rescate de valores y hasta de regaño ciudadano. Algo como "Señales al abusador", en que la sociedad recriminaba al que no se comportaba bien en la vía pública. La pérdida de esta moral colectiva, de esta sanción moral, ha perdido toda mínima regla de convivencia hasta de los malandros, que establecían límites a su comportamiento, una especie de ética malandra que ya no existe.

Por eso asesinan a jóvenes con Síndrome de Down en Magdaleno, roban e incendian una iglesia en Caracas o saquean una escuela de niños especiales en Valencia. Un caso similar al de la película" El Enemigo", en que la mamá temía por la vida de su hijo pero no le preguntaba de dónde sacaba el dinero para mantenerla y sabiendo que no trabajaba. Pero no es sólo la doñita, es el día a día de cada uno, es el dueño de la panadería que tiene al encargado desde que es bolsero y no se pregunta si todavía vive en un rancho. La Responsabilidad Social Empresarial no le toca a las corporaciones, es un valor de solidaridad que es más factible en el que tiene y sabe más, se preocupa por el otro.

Así que hoy sé un rebelde antisistema, lánzate contra las normas y haz todas las cosas correctamente, sin esperar nada de los demás, sino como ejemplo. Eso se contagia.

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