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domingo, 6 de octubre de 2013

Venezuela, Estados Unidos y el complot perfecto contra Maduro

Desde hace más de 6 meses, el presidente de Venezuela denuncia intentos de homicidio en su contra y de sabotaje en contra de la economía de su país. Pero la forma más sencilla de eliminarlo sería dejarlo que (no) gobierne.
nicolas maduroPor supuesto, la ONU solo es un escenario en donde se protagonizan batallas (a veces diplomáticas, a veces militares) que ya se enfrentaron en otro lugar. El único órgano que realmente cuenta algo, en Nueva York, es el Consejo de Seguridad, que también es, de hecho, mantenido como rehén por sus 5 miembros permanentes con poder de veto.
Pero la sesión de apertura de la Asamblea General de las Naciones Unidas, a la cual el presidente venezolano Nicolás Maduro decidió no participar, es una de las raras ocasiones a disposición de los jefes de Estado de países sin condición de superpotencia de ser escuchados por una comunidad verdaderamente internacional.
Además, aunque se encuentren en un campo formalmente neutral, el Palacio de Cristal se encuentra en el corazón de la ciudad más representativa de Estados Unidos: para aquellos que practican el antimperialismo, su propia bandera no debería estar para tener la satisfacción de atacar los Estados Unidos directamente en su casa. Chávez utilizó varias veces los encuentros de las Naciones Unidas para lanzar sus invectivas históricas en contra del entonces presidente de Estados Unidos George W. Bush, ganando a través de sus discursos en la Asamblea General el apodo de heredero (al menos retóricamente) de Fidel Castro. Últimamente sus apariciones se habían vuelto menos frecuentes (había desertado en 2007, 2011 y 2012), pero no se perdió su primera ocasión desde que fue elegido presidente en 1999.
Maduro, quien acababa de regresar de su visita a China, canceló su viaje a Nueva York, lo que hubiera sido su debut como jefe de Estado, después de haber ya hablado en la Asamblea de la ONU como Ministro de Relaciones Exteriores en 2007 y 2011. En su lugar se presentó su sucesor como ministro, Elías Jaua.
El presidente justificó su decisión con la necesidad de “preservar mi integridad física; algunas personas tenían un plan en contra de mí, y el gobierno de Estados Unidos sabe que detrás de esta gente se encuentran Otto Reich y Roger Noriega (subsecretarios de Asuntos hemisféricos en la administración Bush)”. En cuanto al hecho de que estos días él esté volando con aviones de la empresa estatal cubana en lugar de la aeronave del Estado (un Airbus), Maduro indicó que el avión presidencial se había devuelto a Francia para el mantenimiento: “tenía un problema en el ala. No quiero clasificarlo, pero era un problema muy grave”.
Tal vez algún día Reich y Noriega confesarán y Airbus admitirá haber saboteado el avión. Mientras tanto, se está volviendo clara la clave a través de la cual Maduro – cuya ajustada victoria fue ampliamente polemizada – quiere sustituir a la falta de legitimidad: la teoría de conspiración permanente, que se vuelve a proponer en versión actualizada cada vez que hay un problema real y que su gobierno debería pero no es capaz de resolver. Solamente en los últimos días ha pasado 3 veces.
La teoría ha hecho su debut unas horas antes de la muerte de Chávez, cuando el entonces vicepresidente ejecutivo había puesto a la luz la hipótesis que “los enemigos históricos de la patria” había inoculado el cáncer en el cuerpo de Hugo Chávez. En este sentido, Maduro había prometido investigaciones por una comisión especial: la comunidad científica mundial aun está esperando con impaciencia los resultados.
Una vez convertido en presidente, Maduro ha denunciado reiteradamente las conspiraciones en su contra o en contra del país por:
  • miembros de la oposición política y económica;
  • la derecha colombiana cercana al ex jefe de Estado Álvaro Uribe, archienemigo de Chávez;
  • los Estados Unidos;
  • oposición, Uribe y Estados Unidos juntos.
Estas fuerzas han sido acusadas de ser responsables de apagones, accidentes en refinerías, escasez de artículos de primera necesidad y planificación de atentados a la vida del jefe de Estado venezolano.
Solo unos días antes de cancelar su viaje a la ONU, Maduro acusó a Washington de bloquearle el acceso al espacio aéreo de Estados Unidos y de no haberle otorgado a su jefe de Estado Mayor, el general Wilmer Barrientos, las visas necesarias.
Levantar el fantasma del enemigo interno/externo no es una prerrogativa del actual presidente de Venezuela, quien tuvo en su predecesor un excelente profesor. Pero Chávez, además de haber sufrido un intento de golpe serio fue, al menos para la mayoría de la población que lo votó, el redentor de las clases humildes, el antimperialista del nuevo milenio, el jefe de Estado de un país en aparente crecimiento económico y político. La denuncia de supuestos complots era para él solo una de las muchas herramientas para adquirir o consolidar el consenso popular. Chávez fue un líder carismático y, por desgracia de Maduro, el carisma es como el valor, si no lo tienes, no se puede dar.
Maduro es el gris administrador de un país que está durmiendo la borrachera chavista de los últimos años: es el momento en que las deficiencias de un sistema centralizado en manos del gobierno y basado en el petróleo salen a la superficie. Él denuncia complots en un esfuerzo – hasta ahora vano – de desviar la atención de los problemas de Venezuela, que aparecen cada vez más, cada vez más graves y cada vez más difíciles de resolver. En las últimas semanas, mientras el presidente mencionaba planes para matarlo y derechos violados en Estados Unidos, se supo que en el país hay escasez de papel higiénico, de divisas extranjeras disponibles legalmente y de controles en aviones que salen para Europa.
En cuanto al primer tema, la simplificación de los procedimientos burocráticos para los importadores, debería servir más de la ocupación por parte del ejército de la principal empresa de papel higiénico del país. En cuanto al segundo tema, el gobierno está considerando instalar un nuevo sistema de cambio, mientras no excluye otra devaluación (la última es del pasado febrero, el dólar se cotiza oficialmente a 6,4 bolívares, mientras se cambia a 44,58 en el mercado negro).
El tercer tema salió a la luz cuando la policía francesa encontró en un avión de Air France procedente de Caracas 30 maletas no registradas que contenían 1,3 toneladas de cocaína, por un valor estimado de 200 millones de euros. Venezuela ha detenido a 22 personas, entre ellas ocho miembros de la Guardia Nacional, encargados de los controles de seguridad de los aviones que salen del país, pero es impensable que estas operaciones se lleven a cabo sin que gente de rango más alto lo sepa (y se beneficie). Maduro pero no parece tener la fuerza para luchar contra los abusos de las Fuerzas armadas, cuyo rol en la vida política y económica nacional se ha incrementado enormemente en los años del coronel Chávez.
Ante la incapacidad para resolver los problemas del país – de la que él mismo es consciente – la popularidad de Maduro se está cayendo; en la próxima prueba electoral, las municipales del 8 de diciembre, la oposición podría prevalecer.
A juzgar por los primeros 6 meses sin Hugo Chávez, para derrocar a Maduro de la presidencia de Venezuela, sus enemigos internos y externos podrían no necesitar de planear ataques, sabotajes a la economía del país o perforar las alas del avión del Estado.
Simplemente alcanzaría tejer el más simple de los complots: dejarlo gobernar, hasta que la mayoría de la población (y de la cúpula chavista) se canse de él.

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