La detención del Alcalde de Valencia, Edgardo Parra, por estar presuntamente vinculado en hechos de corrupción obedece a una investigación que se realiza tras información suministrada por fuentes de inteligencia sobre la existencia de una oficina desde donde se hacían gestiones y cobros ilegales por parte de personas vinculadas a la Alcaldía. El gobernador del estado Carabobo, Francisco Ameliach, llamó al Ministerio Público y a la Contraloría General de la República a actuar ante estos presuntos ilícitos.
Ojalá Aragua siguiera el ejemplo que Carabobo dio y El Aissami ordenara una investigación a fondo de las negociaciones entre su predecesor, Rafael Isea y el actual Alcalde de Girardot, Pedro Bastidas, a fin de aclarar dudas en la colectividad.
Lo que sí está claro es que Bastidas fue un alumno ejemplar de Isea en cuanto al manejo de los fondos públicos y el incumplimiento de promesas. A menos de dos meses de entregar el cargo, ha emprendido la irresponsable tarea de destrozar el Boulevard Pérez Almarza y la Plaza Bicentenaria para dejar los escombros al próximo Alcalde, tal como Isea entregó a El Aissami el cascarón vacío del que fue una vez el majestuoso Teatro de la Opera de Maracay.
Durante cuatro años se dedicó a calentar la silla, eludiendo su responsabilidad de brindar seguridad, limpieza y eficiencia en los servicios públicos a los habitantes de Maracay y Choroní, triplicando la recaudación tributaria, asfixiando al comercio y a la industria. Ahora, a escasos días de entregar el cargo, intenta engañar a los votantes destrozando con maquinaria pesada el casco central de la ciudad, desviando la circulación vehicular por medio de apacibles comunidades que ahora padecen la inseguridad, la contaminación y el ruido que generan estos cambios en la vialidad. Dándole la espalda al sur, Bastidas con su maquillaje vial pretende hacer creer a los habitantes del norte que ha hecho algo por ellos, cuando en realidad los ha convertido en las principales víctimas del caos que actualmente reina en Girardot, donde la delincuencia ha penetrado cada rincón, atentando contra la paz ciudadana.
Sin la menor conciencia ecológica, ha talado árboles centenarios y ha cubierto las áreas verdes del municipio con grama plástica. Afortunadamente, el daño al medio ambiente es reversible, habrá que sembrar nuevos árboles y restituir el verdor natural que nos ganó el nombre de Ciudad Jardín. Pero, el perjuicio al patrimonio arquitectónico no lo es. Ante los destrozos y el abandono de edificios, plazas y monumentos que percibimos en Maracay no hay vuelta atrás.
La indolencia y el ataque contra nuestro gentilicio son imperdonables. Bastidas le ha dado la espalda y ha traicionado la confianza de quienes lo llevaron al poder. Se olvidó no sólo de los maracayeros y sus necesidades, sino de aquello que constituye la esencia de este municipio: el turismo, el comercio, la industria, la agricultura, la artesanía y las tradiciones culturales y religiosas.
En tan sólo cuatro años de funesta gestión hemos visto a Maracay y Choroní sumirse en el abandono, la basura, los escombros, la inseguridad, la falta de agua potable, de luz, de gas, entre tantos otros. El caos vial por falta de inversión, mantenimiento y limpieza de drenajes no puede resolverse a escasos días de las elecciones. Bastidas con sus pañitos tibios está dando brazadas de ahogado y subestimando la inteligencia del elector, intentando ganar votos en el norte mientras el sur del municipio que es donde existen las mayores carencias, continúa sumido en el abandono y el desgobierno.
Ojalá Aragua siguiera el ejemplo que Carabobo dio y El Aissami ordenara una investigación a fondo de las negociaciones entre su predecesor, Rafael Isea y el actual Alcalde de Girardot, Pedro Bastidas, a fin de aclarar dudas en la colectividad.
Lo que sí está claro es que Bastidas fue un alumno ejemplar de Isea en cuanto al manejo de los fondos públicos y el incumplimiento de promesas. A menos de dos meses de entregar el cargo, ha emprendido la irresponsable tarea de destrozar el Boulevard Pérez Almarza y la Plaza Bicentenaria para dejar los escombros al próximo Alcalde, tal como Isea entregó a El Aissami el cascarón vacío del que fue una vez el majestuoso Teatro de la Opera de Maracay.
Durante cuatro años se dedicó a calentar la silla, eludiendo su responsabilidad de brindar seguridad, limpieza y eficiencia en los servicios públicos a los habitantes de Maracay y Choroní, triplicando la recaudación tributaria, asfixiando al comercio y a la industria. Ahora, a escasos días de entregar el cargo, intenta engañar a los votantes destrozando con maquinaria pesada el casco central de la ciudad, desviando la circulación vehicular por medio de apacibles comunidades que ahora padecen la inseguridad, la contaminación y el ruido que generan estos cambios en la vialidad. Dándole la espalda al sur, Bastidas con su maquillaje vial pretende hacer creer a los habitantes del norte que ha hecho algo por ellos, cuando en realidad los ha convertido en las principales víctimas del caos que actualmente reina en Girardot, donde la delincuencia ha penetrado cada rincón, atentando contra la paz ciudadana.
Sin la menor conciencia ecológica, ha talado árboles centenarios y ha cubierto las áreas verdes del municipio con grama plástica. Afortunadamente, el daño al medio ambiente es reversible, habrá que sembrar nuevos árboles y restituir el verdor natural que nos ganó el nombre de Ciudad Jardín. Pero, el perjuicio al patrimonio arquitectónico no lo es. Ante los destrozos y el abandono de edificios, plazas y monumentos que percibimos en Maracay no hay vuelta atrás.
La indolencia y el ataque contra nuestro gentilicio son imperdonables. Bastidas le ha dado la espalda y ha traicionado la confianza de quienes lo llevaron al poder. Se olvidó no sólo de los maracayeros y sus necesidades, sino de aquello que constituye la esencia de este municipio: el turismo, el comercio, la industria, la agricultura, la artesanía y las tradiciones culturales y religiosas.
En tan sólo cuatro años de funesta gestión hemos visto a Maracay y Choroní sumirse en el abandono, la basura, los escombros, la inseguridad, la falta de agua potable, de luz, de gas, entre tantos otros. El caos vial por falta de inversión, mantenimiento y limpieza de drenajes no puede resolverse a escasos días de las elecciones. Bastidas con sus pañitos tibios está dando brazadas de ahogado y subestimando la inteligencia del elector, intentando ganar votos en el norte mientras el sur del municipio que es donde existen las mayores carencias, continúa sumido en el abandono y el desgobierno.
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