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sábado, 4 de mayo de 2013

Yo no fui. El cinismo retórico de la oposición

En entradas pasadas analicé la idea de cambio   y la idea de unidad  que sirvieron como ejes retóricos al discurso opositor. Esta vez me centraré en el cinismo discursivo que le ha permitido a Capriles Radonski deslastrarse de toda responsabilidad transfiriéndola a las instituciones y dirigentes del Gobierno Revolucionario.
No es un secreto que los medios de comunicación de masas trabajan sobre la base de los impulsos inconscientes de la psique humana y su manipulación efectiva para lograr comportamientos y respuestas determinadas. Esto con la apariencia de hacerle ver al sujeto que su elección sigue siendo libre elección, cuando en realidad es una elección condicionada. Buena parte de los discursos políticos cabalgan sobre el terreno preparado por los medios de comunicación; en especial, aquellos que no tienen un asidero en la totalidad de la realidad sino en elementos aislados de la misma que son yuxtapuestos y manipulados para hacer falsas generalizaciones y justificar determinadas posturas políticas. Tal es el caso de la oposición.
Desde hace nada más y nada menos que catorce años, los medios de comunicación privados han reproducido en el imaginario venezolano la idea de caos en todos los niveles de la vida: política: ingobernabilidad o persecución política; social: deterioro de la calidad de vida; económica: escases de alimentos… etc. Esta idea de caos, en cuanto contenido mental inconsciente, opera como impulso emocional que condiciona a la conciencia para aceptar de manera a-crítica matrices de opinión definidas desde los laboratorios informativos. Aunque se haga tedioso, se debe reiterar que muchas de aquellas situaciones caos se alimentan de acciones planificadas y dirigidas desde sectores que luchan por alguna cota de poder político o económico. Evidentemente, no se pueden reducir los problemas que afectan la institucionalidad revolucionaria a teorías conspirativas; pero el hecho persiste, y la historia enseña que el fascismo se beneficia de acciones dirigidas desde las sombras.
Teniendo este caldo de cultivo, Capriles logró llamar implícitamente a la violencia pero, posteriormente, implementar un cinismo discursivo para desechar toda responsabilidad y transferirla a quien es, de antemano, el responsable de toda situación de caos (o cualquier situación negativa): El Gobierno Revolucionario.
Así, hemos visto en declaraciones recientes como Capriles puede afirmar que el responsable de la violencia es el gobierno, que el responsable de la desestabilización es el gobierno, el responsable de los asesinatos selectivos es el gobierno, el que infiltra las marchas es el gobierno, el que genera la escases es el gobioerno…etc., y todo lo que históricamente ha hecho la derecha fascista ahora lo hace el Gobierno Revolucionario.
La consecuencia importante de este cinismo retórico es que, buena parte de los sectores que apoyan a la dirigencia opositora están convencidos de la supuesta validez de los contenidos de su discurso. “Yo no fui” dice Capriles; verdad “él no fue” repiten sus seguidores. Con alguna obviedad, hay que decir que existe un sector que sí conoce la responsabilidad del fascismo impulsado por la oposición. Y en ese sentido, no sabría asegurar que sea más peligroso, un individuo que apoya conscientemente al fascismo o uno que lo hace de manera inconsciente.
El cinismo retórico sobre la base del imaginario inconsciente generado por los medios de comunicación de masas permitieron y permiten que la oposición transfiera, de manera válida para un gran sector de la población, la responsabilidad de sus acciones al Gobierno Revolucionario. ¿Cómo puede el pueblo contrarrestar esta situación?
*Filosófo

landa.roger.filosofia@gmail.com

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