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lunes, 23 de mayo de 2011

LA VIOLENCIA FAMILIAR Y SU VINCULACIÓN CON LA AUTOESTIMA DEL ESTUDIANTE DE EDUCACIÓN BÁSICA




Carlos Alberto Sierra M. • Zulayma Sanabria Licenciado en Educación Mención Orientación, Egresado de la Universidad de Carabobo. Magíster en Educación Mención Orientación - U.C. Doctor en Ciencias de la Educación - Universidad Santa María, Caracas. Profesor de Informe de Investigación. Facultad de Odontología - U.C. Coordinador del Departamento de Orientación U.E. Mercedes I. de Corro - Valencia. Universidad de Carabobo. Facultad de Odontología y Universidad José Antonio Páez. Valencia.

Licenciada en Educación Mención Administración Educativa, Egresada de la Universidad de Carabobo. Magíster en Educación Mención Investigación Educativa - U.C. Profesora de Proyecto e Informe de Investigación. Facultad de Odontología - U.C. Profesora de Metodología en la Universidad José Antonio Páez.

Planteamiento del Problema

La rapidez con la que se suceden los cambios en el mundo global se ha hecho tan veloz, que conduce a una evidente desventaja para los países latinoamericanos. Todo ello, ocasiona inestabilidad en el sistema educativo, que aún no termina de adaptarse al enfoque neoliberal, cuando éste ya ha dado paso a otros paradigmas. Lo anteriormente expuesto, aunado a circunstancias ambientales desfavorables, entre las cuales se pueden mencionar a la pobreza, la distribución de la riqueza, generan un ambiente de malestar social, frustración e impotencia, que tienen una de sus formas de expresarse a través de las conductas violentas dentro de la familia. La conducta violenta se manifiesta en Venezuela por medio de diversas vías, entre ellas pueden mencionarse a la programación de las televisoras comerciales y los altos índices de crímenes violentos ocurridos todos los fines de semana. Todo ello repercute profundamente en los niños, en su desarrollo, así como también en su desempeño escolar además de lesionar su autoestima y distorsionar los valores familiares y de convivencia que han adquirido en el seno de su hogar. La autoestima es aprendida y se va formado paulatinamente, de manera sistemática según las vivencias del individuo.

Es por ello que la familia es considerada como el primer y más importante agente socializante, además de contribuir al desarrollo emocional del niño. De la observación de esta situación surgió la inquietud de realizar esta investigación de carácter documental, cuyo propósito fundamental fue describir la vinculación entre las conductas violentas a nivel de la familia y la autoestima del alumno de Educación Básica.

Objetivos de la Investigación

Objetivo General:

Explicar la vinculación entre la violencia familiar y la autoestima del estudiante de Educación Básica.

Objetivos Específicos:

• Describir las conductas violentas y la forma en que se manifiestan en el ámbito familiar.

• Determinar la importancia de la autoestima en la formación del alumno de Educación Básica.

• Establecer las posibilidades de actuación de la escuela ante el maltrato infantil.

• Analizar investigaciones nacionales e internacionales relacionadas con la violencia familiar y la autoestima del alumno.

CAPÍTULO I

LA VIOLENCIA FAMILIAR

Para Alarcón y Trujillo (1997) definir la violencia es una tarea compleja, aunque acentuar una idea de la violencia como: el tipo de conducta individual o colectiva que, practicada intencional, impulsiva o deliberadamente, causa daño físico, mental o emocional tanto al propio individuo o individuos que la ejecutan como a otros en ambiente inmediato y mediato. Los mencionados autores expresan que existe tanto un espectro de conductas violentas como múltiples formas de clasificarlas. Resulta obvio que los modelos de violencia se multiplican alrededor del mundo y constituyen un constante acoso para la mente infantil y juvenil.

Aproximación a la violencia familiar

Según Perrone y Nannini (1997), hay que comprender que la violencia familiar en el contexto de un proceso comunicacional, se distinguen dos grandes tipos de violencia, la violencia de agresión, que emerge en el núcleo de una relación simétrica y la violencia que emerge en el marco de una relación complementaria. Las manifestaciones de ambos tipos de violencia son distintas como también la gravedad del daño que pueden provocar e igualmente algunas de las pautas a tener en cuenta en el proceso terapéutico.

Según Corsi (1995) y Ferreira (1992), se está frente al resultado de conductas aprendidas en el proceso de socialización de una sociedad patriarcal y sexista, y en el seno de familias con problemas de violencia. Así Ferreira (1992), habla de cómo se llega a ser una mujer maltratada o el libreto del hombre violento; en tanto que Corsi (1995) utiliza expresiones como el modelo masculino tradicional, la construcción de identidad masculina y el hombre golpeador.

Se aprecia, en el discurso de estos autores respecto a la violencia familiar, la centralidad puesta en el individuo que alcanza su expresión más acabada en la díada: hombre violento y mujer maltratada, contrastando con la centralidad de la relación y comunicación, postulada por Perrone y Nannini(1997). Consideran que ambas posiciones parten de premisas epistemológicas distintas y regidas por paradigmas distintos, aunque haya ciertos puntos de conexión en algunos de sus desarrollos teóricos.

Características de la violencia familiar

El término violencia familiar, alude a todas las formas de abuso que tiene lugar en las relaciones entre miembros de la familia, de manera que la relación de abusos es aquella en la que una de las partes ocasiona un daño físico y/o psicológico a otro miembro, y se da en un contexto de desequilibrio de poder. (Silva, 1998). Para establecer que una situación determinada es un caso de violencia familiar, la relación de abuso debe ser crónica, permanente y periódica. Con ello se hace referencia a la violencia familiar, es decir, a las distintas formas de relación abusiva que caracterizan un vinculo intrafamiliar.

Las personas sometidas a situaciones crónicas de violencia familiar presentan un debilitamiento de sus defensas físicas y psicológicas, lo que conduciría a un incremento de los problemas de salud. Muchos padecen de depresión y enfermedades psicosomáticas. También estas personas muestran una disminución moderada en el rendimiento laboral; mientras que los niños y adolescentes desarrollan problemas de aprendizaje, trastorno de la conducta y problemas interpersonales. Los niños que fueron víctimas de violencia o que se criaron dentro de ese contexto, tienden a reproducirlas en sus futuras relaciones (Rojas, 1995).

Tipos de violencia familiar

Maltrato infantil:

Para Grussman y otros (1995), es cualquier acción u omisión, no accidental que provoque un daño físico o psicológico a un niño por parte de sus padres o cuidadores. Igualmente estos autores definen diferentes tipos de maltrato o abuso infantil:

Maltrato físico: Se refiere a cualquier lesión infligida (Hematomas, quemaduras, fracturas, lesiones de cabeza, envenenamiento, etc.), no accidental que provocan un daño físico o enfermedad en un niño.

Maltrato sexual: Se podría definir el abuso sexual como “el tipo de contacto sexual por parte de un adulto o tutor, con el objetivo de lograr excitación y/o gratificación sexual” (Cantón y Cartés, 1999. P.22)

Abandono y abuso emocional: El abuso emocional generalmente se presenta bajo las formas de hostilidad verbal, como por ejemplo insultos, burlas, desprecio, críticas o amenazas de abandono. También aparece en la forma de constante bloqueo en las iniciativas infantiles por parte de algún miembro de la familia (Echeburúa, 1993).

Abandono físico: Es un maltrato pasivo y se presenta cuando las necesidades físicas del niño como alimentación, abrigo, higiene y protección no son atendidas en forma contingente o permanente por ningún miembro del grupo familiar (Finkelhour, 1997).

Niños testigo de violencia: Se refiere cuando los niños presencian situaciones crónicas de violencia entre sus padres. Estos niños presentan trastornos muy similares a los que caracterizan a quienes son víctimas de abuso.

Violencia conyugal:

Difícilmente este tipo de violencia se hace visible hacia los demás, ya que esto ocurre solamente cuando hay daños graves físicos o psicológicos. Para Grossman y otros (1995), y desde la propuesta de Corsi (1995) y Ferreira (1992), la violencia conyugal tiene un ciclo de tres fases:

La primera fase, denominada fase de acumulación de tensión, se suceden pequeños episodios o roces permanentes en la pareja. La segunda fase, denominada episodio agudo, es la que toda la tensión acumulada da lugar a una explosión de violencia. La tercera fase, denominada luna miel se produce el arrepentimiento, pedido de disculpas o promesa de que nunca va a ocurrir por parte del agresor, pero al tiempo vuelve a aparecer.

Maltrato a ancianos: Cualquier acto que por acción u omisión provoque un daño físico o psicológico a un anciano por parte de la familia. Incluye agresión verbal, física, descuido de su alimentación, abuso financiero y amenazas por parte de los hijos o de otros miembros de la familia.

Protección legal contra la violencia familiar Desde 1998 el estado venezolano ha promulgado dos leyes importantes en la lucha contra la violencia familiar: en primer lugar, la ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia (1998), y en segundo término, la ley Orgánica de Protección al Niño y al Adolescente (LOPNA, 1998). La ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia (1998), define la violencia en su Artículo 4: Se entiende por violencia la agresión, amenaza u ofensas ejercidas sobre la mujer u otro integrante de la familia, por los cónyuges, concubinos, excónyuge o personas que hayan cohabitado, ascendientes, descendientes y parientes colaterales, consanguíneos o afines que menoscabe su integridad física, psicológica, sexual o patrimonial (S/p).Por otra parte la LOPNA (1998) establece las obligaciones generales de la familia: La familia es responsable, de forma prioritaria, inmediata e indeclinable de asegurar a los niños y adolescentes el ejercicio y disfrute pleno y efectivo de sus derechos y garantías. El padre y la madre tienen responsabilidades y obligaciones comunes e iguales en lo que respecta al cuidado, desarrollo y educación integral de sus hijos. El estado debe asegurar políticas, programas y asistencia apropiados para que la familia pueda asumir esta responsabilidad. (Art. 5, S/p).

CAPITULO II

LA AUTOESTIMA Y LA FORMACIÓN DEL NIÑO

Aspectos emocionales en el desarrollo del niño:

Unos de los aspectos emocionales de gran importancia en cuanto a la calidad de la acción educativa que se dirige a los alumnos, y particularmente a los adolescentes, es la atención a los aspectos emocionales de su desenvolvimiento.

Según Satir (1990), el afecto es una reacción emocional dirigida hacia una persona, y por lo tanto, implica sentimientos cálidos de amistad, cariño, simpatía y deseos de ayudar, pudiendo demostrarse en forma física o verbal.

Este autor sostiene que el amor crece cuando se da y se recibe. Cuando en el hogar el niño se siente rechazado, cuando se siente que nada de lo que hace puede satisfacer a los padres o figuras paternas con quienes convive, se originan en su interior sentimientos de minusvalía y probablemente sienta la necesidad de buscar en otros lugares la aprobación que no encuentra en el hogar.

De allí que los padres deben proveer a sus hijos la suficiente estimulación afectiva, ya que de lo contrario, los niños se irán retrayendo sobre si mismos y serán incapaces de enfrentar al mundo con una dosis razonable de seguridad.

Los sentimientos positivos, según Satir (1990), solo florecen en un ambiente donde se toleran los errores, las comunicaciones abiertas, y las reglas flexibles, características que definen a la familia nutridota, cuyos hijos suelen tener mayor seguridad en si mismos. En cambio, cuando la familia es conflictiva, los medios de comunicación están distorsionados, las reglas son inflexibles y los errores se critican duramente o se castigan de manera que los niños se sienten inútiles e incapaces.

La Autoestima: Se considera que afectividad y aprendizaje son elementos estrechamente relacionados, que pueden convertirse en un binomio exitoso o construir un auto imagen de fracaso. Al respecto, Brenner (1994) expresa la vital importancia del modo específico en que los padres tienden a imponer los estilos educativos, que las mayorías de las veces consisten en criticar o castigar diariamente los errores y pasar por alto los logros. Este es un comportamiento que, cuando ha sido internalizado en el hogar, tienden a repetirse en escenarios sociales diversos, como la escuela en el caso de los niños y jóvenes, y el trabajo, en el caso de los adultos. De allí que resulte tan importante que en el hogar exista una suficiente estimulación afectiva, que conduzca al niño a transformarse en una persona segura de si mismo, con elevada autoestima y, por ende, motivada hacia el éxito en las tareas que emprenden. Branden (1994), define la autoestima como: El sentimiento, la experiencia y la convicción de ser apto para la vida y sus desafíos y ya que la mente es nuestra herramienta básica de supervivencia, el pilar central de una autoestima saludable es la política de vivir concientemente…. Vivir responsablemente la realidad respetando los hechos, el conocimiento y la verdad, con la intención de generar un nivel de conocimiento apropiado a nuestras acciones. (P.105). En este contexto, cabe destacar los aportes de Mieses (1997), afirma “La autoestima se vincula a la capacidad de percibirse, de conocerse y reconocerse, a las ideas y calificación que cada quién se da e implica valoraciones y calificaciones aprehendidas”. De acuerdo con esta definición la autora enfatiza la característica de la autoestima de ser aprendida, y partiendo de allí, aclarar que, del mismo modo que cualquier otra conducta aprendida, la autoestima negativa puede ser extinguida y reaprendida como autoestima positiva. Fortalecimiento de la autoestima en la escuela: Algunas de las circunstancias que puedan conducir a estados emocionales que favorezcan el fracaso escolar, son susceptibles de ser inducidas o intensificadas en la misma escuela. De allí que autores como Woofolk (1996), ofrecen algunas estrategias que los docentes puedan utilizar para fortalecer la autoestima ante la frustración que pueda sobrevenir como consecuencia del fracaso escolar, parcial o total. En primer lugar propone esta autora que el docente debe asegurarse de que los alumnos tengan la oportunidad de establecer metas realistas y trabajar para alcanzarlas. Sugiere comenzar con tareas breves, para seguir con otras mas largas o de mayor complejidad. En segundo término, se debe dar a los estudiantes una oportunidad para demostrar su independencia y responsabilidad, para lo cual el docente debe ser tolerante antes los errores y delegar en sus alumnos ciertas responsabilidades.La tercera recomendación se refiere a las necesidades de dar apoyo a los alumnos que parecen desanimados, utilizando estrategias tales como la confección de tablas y gráficos individuales que muestren el progreso de cada alumno, valorar sus avances y premiar a quienes avancen más con respecto a su propio desempeño anterior. Este último punto es particularmente pertinente respecto a la presente investigación ya que los alumnos reprobados suelen desanimarse al compararse con otros estudiantes más exitosos, proceso en el que generalmente no tienen forma de ganar, en tanto que a través del sistema de comparación consigo mismo, cualquier avance, por mínimo que sea, es un progreso con respecto a su situación anterior. En efecto, el alumno desaventajado va adquiriendo una posición dentro del grupo donde se le identifica con el bajo rendimiento, la inhabilidad o incapacidad para lograr un buen desempeño, y esto contribuye a deteriorar su confianza y autoestima, desanimándolo con respecto al logro de sus metas y a menudo conduciéndolo al fracaso escolar, representado principalmente por la repitencia.

En este punto, resulta interesante el aporte de Brauden (1994), relacionado con la autoestima y el logro. Al respecto, apunta este autor: Si la autoestima se refiere a la experiencia de nuestra capacidad y valor fundamentales, el orgullo se refiere al placer explícitamente consciente que experimentamos debido a nuestras acciones y logros…, su fuente no es el vacío sino la satisfacción… es el premio emocional al logro. (p.77). Prosigue el autor, señalando que, este orgullo, nutridor de la autoestima, proviene de la persecución de los valores primarios, congruentes con el “si mismo”. Por lo tanto, para un estudiante alcanzar una calificación que satisfaga las expectativas de sus padres, probablemente no le producirá una sensación de orgullo ni fortalecerá su autoestima, en tanto que comprender un concepto matemático que anteriormente estaba fuera de su alcance, probablemente si le hará sentir orgullo de si mismo y agregará puntos positivos a su auto concepto. Señala Martínez (1989), que el estudiante vive sus procesos escolares a través de sus propias manifestaciones externas. Así, por ejemplo, el alumno que se jacta de sus malas calificaciones, probablemente está defendiendo con este comportamiento una convicción más o menos profunda de su incapacidad. De igual modo, el estudiante repitiente puede exteriorizar un comportamiento compulsivo para dejar sentada su superioridad por ser mayor que los otros niños, pero en el fondo puede sentirse humillado, lesionado en su autoestima, por haber sido aventajado por su compañero de su curso anterior. Martínez (1989), expresa que: Es frecuente que niños con rendimientos escolares muy bajos se fantaseen a si mismos en su ensoñaciones diurnas como alumnos brillantes admirados por sus compañeros y felicitados por sus profesores… Contrasta el yo ideal exitoso frente al yo real en un permanente fracaso. Este desajuste entre partes del mismo yo, se constituye sin ninguna duda en fuentes de displacer, de dolor psíquico y de desánimo…desencadenantes de profundas depresiones. (p.22). De allí que puede afirmarse que el estudiante que fracasa escolarmente sufre, aunque a menudo ese sufrimiento no se manifieste externamente a causa de la defensa que organiza para mantener su estabilidad psíquica. En este punto resulta interesante la descripción que hace Clark y otros (1994), de los adolescentes con alta y baja autoestima, y al mismo tiempo puede resultar una quía de gran utilidad para los docentes. Para estos autores, un adolescente con alta autoestima actúa independientemente, asume sus responsabilidades, afronta más retos con entusiasmo, se siente orgulloso de sus logros, demuestra amplitud de emociones y sentimientos, tolera bien la frustración y se siente capaz de influir en otros; en tanto que un adolescente con baja autoestima desmerece su talento, siente que los demás no lo valoran, se siente impotente, incapaz de superar retos, es muy influenciable por los demás, tiene pobreza de emociones y sentimientos, alude las situaciones que le producen ansiedad, se pone a la defensiva y se frustra con facilidad, y culpa a otros por sus debilidades. Otro elemento que aborda Martínez (1989), en su argumentación sobre el fracaso escolar, se refiere que a menudo el estudiante es calificado como poco inteligente porque no es capaz de alcanzar el mínimo de conocimiento memorístico o lógico, exigido por la escuela, pero que ese mismo alumno, tal vez sea capaz de memorizar y comprender contenidos mucho más complejos que provienen de la televisión o de otros medios que él mismo considera interesantes, concluyendo que un estudiante es capaz de hacer enormes progresos en cualquier área con la condición de que se sienta motivado o curioso al respecto.

CAPITULO III

LA ESCUELA ANTE EL MALTRATO INFANTIL

La escuela juega un papel muy importante en la prevención y la detección de la violencia familiar, especialmente en lo que concierne al maltrato infantil, tomando en consideración que prácticamente en todo los casos de violencia familiar, los niños se ven afectados, bien porque son también victimas de la violencia o bien porque presencia las situaciones violentas, lo cual constituye una agresión contra su sano desarrollo emocional y social. Al respecto García (1995), señala algunas de las iniciativas que la escuela pueda tomar:

1. Realizando actividades de prevención primaria con los niños y su familia. Se entiende por prevención primaria al conjunto de acciones dirigidas a disminuir o eliminar los factores de riesgo que afectan a las familias.

2. Identificando los casos de maltrato.

3. Realizando intervenciones preliminares en las situaciones detectadas, a través del consejo de docente, el departamento de orientación, los profesores guías o docentes sensibles y capacitados para abordar el tema.

4. Derivando y/o denunciando los casos de maltrato a los organismos competentes.

Qué hacer ante la evidencia del maltrato Siempre que un docente sospeche que un niño está siendo maltratado por parte de los adultos, cuando fueren los responsables de su crianza, no debe dudar en intervenir de alguna forma para impedir que la situación continúe. García (1994), considera que para ello el docente debe tener presente en todo momento: -Que las únicas normas de cuidado y educación adecuadas para los niños son aquellas que consideran su bienestar en su primer término. -Que los niños son personas con derechos propios y los padres no pueden hacer lo que quieren con sus hijos porque no son de su propiedad. -Que el abandono, el castigo físico, y el abuso sexual a los niños son delitos penados por la ley.

-Que la escuela como institución tiene la responsabilidad de garantizar el cumplimiento de los derechos infantiles

-Que prioritariamente debe ser tenido en cuenta el interés del niño maltratado y sólo en segundo lugar el de su familia.

-Que cuánto más tiempo se prolongue una situación de maltrato o abuso, más grave son sus consecuencias y por ello es imprescindible actuar con seguridad en cuanto se le identifique (p. 36).

Cómo identificar al niño maltratado

El maltrato y el abuso no siempre presentan huellas físicas fácilmente visibles, pero siempre dejan su marca en la conducta. La observación sensible, la actitud receptiva y la escucha atenta son los mejores recursos con los que cuenta el docente para identificar al niño maltratado. En opinión de García (1994), los adultos que sospechen del maltrato, principalmente los docentes “Deben tener presente que para quien está creciendo en un ambiente violento, la violencia no se cuestiona e incluso, puede parecer el único modo de expresar los afectos”. (p.37). El docente debe estar en capacidad de reconocer las características indicadoras del maltrato infantil diferenciándolas de las manipulaciones de los niños y de las lesiones que estos puedan ocasionarse en sus actividades normales y juegos con otros niños; atendiendo especialmente las manifestaciones de conductas y el desempeño escolar.

Indicadores del maltrato

A continuación se presentan algunos indicadores sugeridos por Sardinero (1995), que pueden orientar la observación por parte del docente:

Indicadores físicos:

1. La alteración de los patrones normales de crecimiento y desarrollo: un niño que crece poco está enviando una señal de alerta. El escaso crecimiento es en ocasiones, el único indicio físico que presenta un niño maltratado emocionalmente.

2. La persistente falta de higiene y cuidado corporal: puede ser un indicador de negligencia y acompañar otras formas de maltrato, sobre todo en los niños pequeños que no pueden valerse por sí mismos.

3. Las marcas de castigo corporales: con frecuencia se evidencia a simple vista e incluso delatan la forma en que fueron provocadas. Los dedos sobreimpresos en la mejillas, los hematomas en los ojos, las marcas de golpe con cinturones u objetos duros o cortantes, las quemaduras provocadas por cigarrillos o planchas, los moretones y/o excoriaciones en muñecas y tobillos, son signos bastantes evidentes de maltrato físico, pero pueden confundirse con lesiones accidentales.

4. Los accidentes frecuentes: los familiares y a veces también las victimas justifican en lesiones producidas por el maltrato atribuyéndoselas a repetidos accidentes.

5. El embarazo precoz: el embarazo temprano pueden ser indicio de abuso sexual y/o incesto. Debe tenerse presente que por ejemplo, el acto sexual de un adulto con una niña o niño de 15 años, constituye delito de violación y siempre se debe observar con especial cuidado.

6. Abuso Sexual: las manchas de sangre en la ropa interior de las niñas o niños, los moretones en glúteos, muslos o genitales, la dificultad al caminar, la presencia de enfermedades venéreas son también indicios de probable abuso sexual.

Indicadores de conducta:

El comportamiento de los niños maltratados ofrece muchos indicios que delatan su situación. En opinión de García y Musitu (1994), siempre que aparezcan los comportamientos que se señalan a continuación es conveniente agudizar la observación y considerar el maltrato y abuso entre sus posibles causas:

A) La ausencia reiterada a clases.

B) El bajo rendimiento escolar y las dificultades de concentración.

C) La depresión constante y/o la presencia de conductas auto agresivas o ideas de suicidio.

D) La agresividad y violencia con los compañeros.

E) La docilidad excesiva y la actitud evasiva y/o defensiva frente a los adultos.

F) La búsqueda intensa de expresiones afectuosas por parte de los adultos, especialmente cuando se trata de niños pequeños.

G) Las actitudes y juegos sexuales persistentes e inadecuados para la edad.

Indicadores presentes en los Padres: Por lo general, cuando el docente sospecha que alguno de sus alumnos es maltratado, procura una entrevista con los padres o representantes de éste; bien sea personal o gracias a la medición del psicólogo escolar o del orientador. En estos casos, de acuerdo con lo planteado por Sardinero (1995), debe tenerse en cuenta que la sospecha de maltrato se intensificará cuando:

1. Ante una lesión o traumatismo evidente en el niño, los padres nos brindan una explicación convincente o se enojan ante la pregunta de lo ocurrido.

2. Frecuentemente se refieren a su hijo (a) en término insultante o de alguna otra manera despectiva.

3. Es frecuente ver que tratan al niño (a) con disciplina física muy dura.

4. Sus padres tiene antecedentes de haber sido niños maltratados o abandonados.

5. Existe el antecedente de que la madre ha sido golpeada u otra evidencia de violencia intrafamiliar.

CAPITULO IV

INVESTIGACIONES PERTINENTES CON EL TEMA EN ESTUDIO

A nivel nacional se destacan los estudios presentados por Hernández (1997), realizó un trabajo de investigación titulado: “Influencia de la autoestima en el fracaso escolar de los alumnos del 3er. Grado”, donde destaca la influencia que la autoestima tiene sobre la actuación del alumno en la escuela. Los resultados presentados señalan la gran significación que supone la autoestima de las emociones y del pensamiento para el logro de las metas de los alumnos e igualmente presenta evidencia que permite concluir que una importante proposición de los alumnos repitientes presenta bajos niveles de autoestima, que se traducen en sentimientos de tristeza, desconfianza y angustia, por mencionar algunos.

Por su parte, Arenas (1997), realizó un estudio con el titulo “Relación entre el nivel de autoestima y el rendimiento en matemática de los alumnos de 6º grado”, a través del cual demostró que entre las causas del deficiente rendimiento escolar, predominaban los problemas afectivos – emocionales y de baja autoestima . Se obtuvo como resultado que los estudiantes con alta autoestima alcanzaban un mayor rendimiento académico que aquellos alumnos con baja autoestima. Igualmente, García (2001) llevó a cabo un trabajo de investigación denominado “Propuesta de un programa de intervención familiar para mejorar la participación de la familia en el desarrollo socioeducativo de los niños atendidos en el aula integrada de la Escuela Básica Juan Ángel Bravo,

Municipio Rómulo Gallegos, Estado Cojedes. Este trabajo se apoyó en la teoría del Determinismo Social de Vigotsky (1989), como medio para explicar la conducta social del niño y el papel que juega la familia en su desarrollo. El estudio se acogió a la modalidad de proyecto factible, con apoyo en una investigación de campo, de tipo no experimental, transeccional y descriptivo. El análisis de la información obtenida permitió concluir que los padres y representantes no le proporcionaban la atención adecuada a sus hijos, encontrándose casos de abuso y maltrato, mientras que la escuela tampoco realizaba actividades formativas dirigidas a éstos. PP 13-34A nivel internacional se destacan las siguientes investigaciones: Ramos y otros (1998), llevaron a cabo en México una investigación titulada “Prevalencía de abuso sexual en los estudiantes y su relación con el consumo de drogas, centrado en estudiantes de Educación Media”.

Se utilizó un instrumento autoaplicado en el que el abuso sexual fue explorado, tanto desde la perspectiva de quienes lo han experimentado (víctimas), como desde quienes lo han ejercido (agresores). La prevalencía de adolescentes víctimas de abuso sexual fue de 4,3 %. La prevalencia de agresores fue de 2,5 %. Tanto las víctimas como los agresores de ambos sexos reportaron un consumo de drogas significativamente mayor que los estudiantes sin estos antecedentes. Por su parte, Pons (1999), desarrolló en Valencia (España) una investigación titulada “El modelo familiar y el papel educativo de los padres en la etiología del consumo de alcohol en los adolescentes”. Se seleccionó una muestra de 1100 adolescentes de ambos sexos, en edades comprendidas entre 15 - 19 años se evaluaron tres variables: (a) estrategias paternas de socialización familiar; (b) percepción del adolescente respecto al consumo de siete tipos de bebidas alcohólicas en los miembros de su familia; y (c) consumo de siete tipos de bebidas alcohólicas por parte de los adolescentes, los fines de semana. Se detectó que el consumo de los otros miembros de su familia y con la utilización por parte de los padres de estrategias educativas basada en la reprobación y en la ausencia de comprensión y efecto. De lo anteriormente expresado se infiere la necesidad de implicar a los padres en los procesos preventivos con el fin de crear un ambiente familiar positivo y además ofrecer a los hijos un modelo racional y controlado en el uso familiar de bebidas alcohólicas. Finalmente se reporta el trabajo realizado por Gingold y Cilley (1999), en Argentina, titulado “Estudio preliminar sobre las conflictos en las escuelas, las formas alternativas de resolución, y las percepción de seguridad - inseguridad en el barrio”. Se aplicó una encuesta a los alumnos de 6to. Y 7mo. grados, y el análisis de los resultados concluyó en los siguientes hallazgos: las situaciones de violencia más frecuentes en las escuelas eran las peleas, los insultos y las burlas. Como mecanismo de resolución los jóvenes trataban de resolver el conflicto entre pares, aunque en ocasiones necesitan de la intervención de un tercero como mediador. Los docentes eran vistos con un carácter represivo.

LA VIOLENCIA FAMILIAR Y SU VINCULACIÓN CON LA AUTOESTIMA DEL ESTUDIANTE DE EDUCACIÓN BÁSICA

Carlos Alberto Sierra M. • Zulayma Sanabria

PP 13-34REVISTA CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

Año 3 • Vol. 2 • Nº 22 • Valencia, Julio - Diciembre 2003

Debido a que la investigación es de tipo Documental, su diseño se caracteriza fundamentalmente porque realiza análisis de fuentes secundarias de manera sistemática, es decir, material elaborado por otros autores. Las principales fuentes de información son textos, documentos, tesis, revistas especializadas, entre otros. La Utilización de este diseño es muy frecuente en las Ciencias Sociales, en las investigaciones de carácter sociológico, histórico, antropológico, etc.(Pérez 2002)

CONCLUSIONES

Una vez realizado el análisis de la información recolectada se formulan las siguientes conclusiones: Al describir la violencia y la forma en que ésta se presenta en ámbito familiar, se evidencia la existencia de un círculo vicioso, donde los hijos criados en familias violentas reproducen los patrones de violencia en sus actuaciones infantiles y juveniles, y posteriormente al formar sus propias familias, tendiendo a perpetuar así las relaciones conflictivas y un clima familiar inadecuado. De lo anterior se desprende que para terminar con la violencia como medio cotidiano de vivir, se necesita realizar un cambio cultural que modifique el espacio psíquico en el cual los niños crecen y que los adultos contribuyen a generar y mantener. Asimismo, al analizar la importancia de la autoestima en la formación del alumno de Educación Básica, fue posible destacar el papel de la familia y la escuela en el proceso de socialización de los niños, y la forma en que el desarrollo de la autoestima forma parte de este proceso, determinándose que existe relación entre los padres y la autoestima de sus hijos. De esta manera, los padres que dan apoyo emocional, que son cálidos, cubren las necesidades de niños, muestra aprobación y otros sentimientos positivos, conducen a formar niños con autoestima elevada. Con relación a la escuela se tiene que la retroalimentación que los niños reciben de sus maestros por su desempeño escolar, y la forma en que la interpretan, influyen significativamente en el desarrollo de su autoestima, deduciéndose que los niños necesitan el refuerzo positivo de sus logros y la comprensión y ayuda en su fracasos escolares. PP 13-34Igualmente, se exploraron las posibilidades de actuación del maltrato infantil como secuela de la violencia familiar, encontrándose que la escuela debe realizar una labor de prevención a través de acciones de intervención y orientación familiar, pero además debe estar atenta ante los síntomas de maltrato infantil, y el derecho de intervenir. Finalmente se indagó sobre investigaciones nacionales e internacional es relacionadas con la violencia familiar y la autoestima del escolar, de las cuales se concluye que:

1. La autoestima y el fracaso escolar conforman un círculo vicioso, ante el cual es necesario tomar acciones que rompan con la continua realimentación del mismo.

2. La relación autoestima - fracaso escolar, opera también en sentido contrario, es decir, los alumnos con elevada autoestima tiene un mayor desempeño escolar.

3. Existen posibilidades de mejorar el desempeño escolar del alumno, mediante estrategias para elevar su autoestima.

4. El ambiente familiar ejerce una moderada influencia en el desempeño escolar de los alumnos.

5. Los niños inmersos en situaciones de violencia familiar, carecen de una adecuada atención educativa y protección legal.

6. La prevalencia de abuso infantil y abuso sexual, presentan diferencias según el genero, presentándose con mayor frecuencia el abuso temprano intrafamiliar en las niñas y el abuso extrafamiliar en los varones.

7. La violencia familiar tiende a proporcionar a los niños y adolescentes una cultura violenta que estos tienden a reproducir, ya como víctimas ocomo victimarios, en otros ambientes familiares.



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